La oficina siempre había estado cargado de tensión entre nosotros, pero nunca pensé que llegaría a tanto. La convencí de escaparnos al almacén, lejos de las miradas curiosas, y lo que empezó como un juego se convirtió en una explosión de pasión. Su deseo creció hasta el punto de rogarme que me perdiera dentro de ella, sellando nuestro momento con la mayor intimidad posible. Fue un instante que jamás olvidaremos.